viernes, 30 de julio de 2010

Sobre las cuatro leyes de la espiritualidad, o sobre la importancia de la conciencia social y el pensamiento crítico a la hora de revisar tu correo

En ese gigantesco ente virtual que nosotros conocemos como Internet podemos encontrar muchas cosas. Podemos encontrar un chingo de información que muy poca gente consulta (como biografías de personajes históricos trascendentes, historia de los países y similares) relativamente menos información, pero aún así generosa que poca gente consulta (como el funcionamiento de ciertos aparatos, o temas más específicos de áreas como la ingeniería, el arte, leyes y cosas por el estilo) , y poca información que un chingo de gente consulta (como las biografías de las personas famosas pero intrascendentes, o fotos de gatos con lentes de sol, y porquerías similares).
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Pero de entre toda la información, llámense documentos PDF, imágenes, hojas de cálculo, artículos de Wikipedia, etc., posiblemente una de las formas más extrañas de información que podemos encontrar son las presentaciones cadena de Power Point.
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Estas cadenas son muy, pero muy variadas. En ellas podemos encontrar desde chistes (algunos muy divertidos, y otros repetidos hasta la exasperación) hasta oraciones religiosas. Si son asiduos a este sitio, recordarán que
en una entrada pasada hable sobre una de las presentaciones de Power Point que considero la más ridícula de todas, y que posiblemente existe desde que surgió el correo electrónico (digo, la primera vez que vi esas palabras fue todavía iba a la primaría): La de las tercer profecía de Fátima. Y es que, seamos francos, creyentes o no de la religión católica, quien se crea lo que dice esa cadena sin investigar primero, merece ser tratado como el príncipe de los pendejos.
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Pero bueno, puesto a que esa cadena ya fue desmadrada por mí ilustrísima persona con anterioridad, el día de hoy me voy a ir por una cadena que me mandaron hace apenas un ratito mis amigos más cercanos y que estimo un chingo (y sé que me lo mandaron con la mejor de las intenciones) por correo electrónico. El título de esta cadena es: “Las cuatro leyes de la espiritualidad” (órale, suena como el titulo de un libro de Paulo Coelho).
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Estoy seguro que se preguntarán ¿Pues qué pedo con esa cadena? ¿De qué trata o qué? Pues bueno, para que lo sepan, voy a enseñarles una a una cada una de las diapositivas de la presentación, al fin que son poquitas:
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Por lo vago que esta el texto, uno puede creer que lo que nos dicen es muy sabio. Nos dicen que cada persona por la que convivimos está ahí por una razón, y esa razón es para que aprendamos y avancemos. Pero mastiquemos un poquito más el texto, y comparémoslo con la vida diaria. Si te pones a pensar en tu rutina, te vas a dar cuenta que interactúas con un chingomil de personas, y en distintos niveles. Si te fijas bien vas a ver que hay un montón de personas con las que única y exclusivamente intercambias el saludo, y que muchas veces ni de su nombre te acuerdas. Habrá otras personas con las cuales tienes una mayor convivencia, pero que no puedes decir que son muy cercanos a ti, y por ultimo habrá personas (muy pocas a decir verdad) con las cuales te llevas a toda madre y son tus amigos y te gusta estar con ellos (en esta categoría incluyo a los mentores y a los discípulos). También habrá personas que te cagan la madre, pero que tienes que convivir con ellos en la escuela, trabajo y demás.
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Ahora bien, ponte a pensar en la forma en la que conociste a cada una de esas personas y te vas a dar cuenta de algo: Que los únicos con los que aprendes y demás va a ser con los miembros de tu círculo más cercano, en la gran mayoría de los casos. ¿Qué puedes esperar aprender de alguien a quien únicamente le diriges el saludo y que te vale madres o le vale madres a esa persona (o ambas) si conviven más o no? ¿Estarás dispuesto a aprender algo de alguien que te caga el palo por X o Y motivo (a lo mucho, buscarías motivos para que no te relacionen con esa persona)? Ah verdad. Así que no todas las personas que nos rodean influyen en nosotros, o al menos, no en nuestra manera de pensar y decidir. De hecho, muchas personas que ni siquiera saben de nuestra existencia, o que incluso ya murieron influyen mucho en nuestra forma de pensar e ideologías, y por ende, influyen indirectamente en nuestras decisiones. Ejemplo de esto sería la forma en la que Stephanie Meyer influye en la mente de millones de chamaquitas calenturientas, o la forma en la que muchos se basan en las teorías de filósofos y pensadores para formar su identidad.
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Con este punto despejado, pasemos a la siguiente diapositiva:
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Esta sí que es una fregadera. Absolutamente todo puede ser de cientos de miles de maneras diferentes, dependiendo de un chingo de factores. Si un determinado evento sucedió de la manera en la que sucedió, no solamente es por lo que uno hace. Recordemos que hay 6 mil millones de personas en este planeta. Si bien no todas esas personas no influyen en nuestra personalidad o modo de ver las cosas, cada una de sus acciones trae consecuencias, y sus consecuencias traen más consecuencias y así sucesivamente. A esto se le llama “efecto mariposa”.
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Nosotros, tenemos un entendimiento limitado del mundo que nos rodea. Hay personas que son curiosas y que quieren conocer todo lo que puedan de su entorno. También hay personas que les vale madres lo que pasa a su alrededor a menos de que los afecte directamente. Ahora ¿Quién parece más dispuesto a creer que lo que le pasa ya está predestinado? ¿El sujeto curioso que investiga y quiere saber más del por qué de la situación, o el otro cabrón que no tiene ni idea y que solo le importa lo que le pase a él?
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También nos dice que todas y cada una de las situaciones que nos pasa en la vida son perfectas. ¿Tú le dirías eso a un enfermo terminal o a un niño de la calle? Al menos yo no lo haría porque no tengo tan poca madre. Esto resulta hasta peligroso, porque no hace otra cosa que fomentar, muy entre líneas, el conformismo. En resumidas cuentas es como decir: “Eso me paso porque me tenía que pasar y ya”.
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Cuando nos dicen lo del ego que se resiste es el escudo perfecto, a menos para el que no está enterado de lo que es una falacia ad hóminem. Es como si nos dijeran “Pues ya te chingaste porque tenias que chingarte, y no me quieras voltear la tortilla porque si lo haces, demostraras que yo estoy bien y tu estas mal”. Si alguien te dijera eso, lo más seguro es que le romperías el hocico inmediatamente para que no pueda soltar más bazofia.
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Pero bueno, pasemos a la siguiente diapositiva:
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Lo mismo que con la diapositiva anterior. Nos dice que cuando hagamos las cosas, será el momento indicado. No mamen. La experiencia nos dice que la mayoría de la gente hace las cosas al último momento, y el sentido común nos dice también que ese es el peor momento para hacer las cosas. El mejor momento para hacer las cosas depende mucho de lo que se trate. Tratándose de asuntos de la escuela o el trabajo, el mejor momento para hacer las cosas es en el mismo instante cuando nos asignan una tarea. El mejor momento para ayudar en un accidente es una vez que este ocurre y de inmediato. En pocas palabras, ¿quieres que algo cambie en tu vida?, pues ponte a chingarle a la de ya.
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Y por último, pero no menos importante, la cuarta ley:
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Poniendo aparte el hecho de que la frase por si sola es una de las más grandes obviedades que existen desde el “Cogito ergo sum”, me parece que la idea general de la diapositiva falla en un pequeño detalle. Muchas veces las cosas parecen terminar, y esto debido a las circunstancias, pero el hecho de que parezca que algo termina no implica que realmente algo haya terminado.
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Me explicare mejor con un ejemplo. Supón que entrabas una amistad con alguna persona, y esa amistad es de lo más perrona, y por X o Y motivo tú y tu mejor amigo tienen que separarse. ¿No valdría la pena seguir protegiendo ese vínculo de alguna manera? (Lo sé, luego, luego se nota que crecí viendo animes shonen).
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Resumiendo, esta cadena fomenta los comportamientos más comunes, pero no por ellos menos dañinos que como mexicanos hemos formado a lo largo de nuestra historia. Comportamientos como la desidia, el conformismo, la apatía y la hipocresía. No lo parece de buenas a primeras, pero cuando raspamos un poco, lo podemos ver.
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Aclaro, se agradece que los amigos, principalmente los que uno lleva sin ver por un buen rato, y si son muy buenos vatos, se mantengan en contacto con uno, pero un servidor cree que sería mejor si enviaran mensajes más personales, ya saben, poniéndonos al corriente de lo que pasa en nuestras vidas, ¿no lo creen? (si, lo sé, soy muy de la vieja escuela, y muy influenciado por los anime tipo shonen)
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Sir David von Templo, Cambio y fuera.

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